Ford ha renovado el Kuga, un todoterreno que supone un gran éxito para la compañía a nivel comercial. Como curiosidad, saber que este modelos se fábrica en Almufasses para todos los mercados menos EE.UU. y China.
Estéticamente la línea es más redondeada que la del anterior Kuga, y esto se debe a que tiene que agradar a Europa pero también a Asia y América. Mantiene el ADN de Ford con una parrilla delantera muy marcada y una cintura sobria con zaga vertical que nos hace recordar al mítico Focus.
El túnel de transmisión es poco intrusivo y los asientos tienen respaldos parcialmente regulables. Hay muchos huecos para guardar objetos, y para tratarse de un todoterreno, los reglajes eléctricos permiten conducir muy cerca del suelo. La palanca de cambio está bien situada y se regula en altura y profundidad.
Ford quiere posicionar esta versión un peldaño por encima. No está previsto que se comercialice con motores menores de 140 CV. El coche pasa por las curvas con más docilidad y se traga bien las irregularidades del terreno evitando balanceos. Además su nueva dirección eléctrica es un acierto. La suspensión es muy equilibrada, pero tampoco es blanda. La insonorización es un aspecto que ha mejorado bastante, pero a partir de 120 km/h no es tan silencioso. Me ha gustado su mejorado comportamiento dinámico y su mayor habitabilidad. Así mismo es elogiable su tecnología: aparca solo, corrige de forma autónoma las salidas del carril, abre el maletero pasando el pie por debajo, etc.
Tendrá como rivales el Qashqai, el Sportage, el nuevo Renault Koleos o el Tiguan, pero sin duda este todo camino en mi opinión en cuanto a calidad está por encima, algo que se nota también en el precio, aunque se sigue asemejando bastante al de sus competidores.
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